Frankfurt, Alemania.- Un crimen espeluznante ha consternado a Alemania y ha evidenciado la crispación política que vive el país. A las 9.50 del lunes, un hombre de 40 años arrojó a una madre y un niño de ocho años a la vía de un tren de alta velocidad en la estación central de Frankfurt. El niño murió arrollado por el tren y la madre logró salvarse. Una tercera persona, una mujer de 78 años y a la que el presunto asesino trató también de arrojar al tren, logró zafarse, según el relato de la policía. El sospechoso escapó corriendo, pero enseguida fue aprehendido por varios testigos y arrestado por la policía en la capital financiera alemana, donde se encuentra detenido.
Este crimen ha conmovido a Alemania. El ministro del Interior, Horst Seehofer, ha interrumpido sus vacaciones y convocado un gabinete de crisis en Berlín. Este martes, ha comparecido para ofrecer los datos a los que van teniendo acceso los investigadores. Se trata de “un asesinato a sangre fría”, dijo. Mientras, los medios de comunicación han seguido al minuto un caso, que conduce hasta Suiza, el lugar de residencia del presunto culpable.
A., padre de tres hijos y de origen eritreo, llegó a Suiza en 2006 y dos años más tarde obtuvo asilo, convirtiéndose en “un ejemplo de integración”, como señaló la policía en Berlín. Hasta enero de este año, tuvo un trabajo fijo. Desde el pasado jueves, sin embargo, estaba siendo buscado por la policía suiza después de encerrar a su familia en su casa y de amenazar a una vecina con un cuchillo, para después darse a la fuga. La policía de Zúrich compareció también el martes ante la prensa y explicó que A. se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico y que no habían hallado indicios de una motivación ideológica.
La Fiscalía de Frankfurt acusa a A. de homicidio en el caso del menor y de dos intentos de homicidio en el caso de la madre y de la otra mujer atacada en el andén siete de la estación central. Una portavoz de la Fiscalía indicó que no se habían encontrado restos de alcohol ni de drogas en el cuerpo del agresor y que barajaban la posibilidad de algún trastorno mental.
Política de acogida
Pero al margen de los hechos y de las circunstancias concretas que rodean este crimen, el ataque ha servido a los ultras de excusa para exacerbar la xenofobia y extender la sombra de sospecha sobre todos los extranjeros. Alemania ha acogido desde 2015 a más de un millón de refugiados, convertidos en el principal enemigo de la extrema derecha, tercera fuerza política en el Parlamento. El lunes, cuando apenas se sabía nada del presunto autor más allá de su nacionalidad, la extrema derecha, Alternativa por Alemania (AfD), no dudó en instrumentalizar la tragedia, exigiendo un freno a la entrada de migrantes. “¿Qué más tiene que pasar? Protejan a los ciudadanos de nuestro país, en lugar de la política ilimitada de acogida”, escribió Alice Weidel, colíder de AfD, en uno de los ocho tuits que dedicó al crimen. Cuando el martes se supo que A. había llegado a Alemania desde Suiza, Weidel pidió más controles en las fronteras también a través de las redes sociales, donde el crimen cobró un enorme protagonismo y donde según la cadena pública ARD circularon mensajes falsos, en los que se defendía al agresor, con ánimo de alimentar la animadversión hacia los refugiados.
Mientras, en el sensacionalista Bild, el periódico más leído de Alemania, el crimen de Frankfurt dominaba tanto su página web como su edición en papel, donde destacaba el origen del acusado y se preguntaba también que quién protege a los ciudadanos.
En la rueda de prensa en Berlín, Seehofer indicó que las informaciones apuntaban a que A. había entrado legalmente en Alemania y descartó que este caso fuera a tener consecuencias sobre la política migratoria. Sí dijo, sin embargo, que demostraba la necesidad de desplegar más policías. Seehofer hizo además alusión a la percepción ciudadana de inseguridad, que no se corresponde con un aumento de la criminalidad en el país. Los datos oficiales correspondientes a 2018 apuntan a un descenso histórico de la criminalidad, que se sitúa a niveles comparables a los de principios de los años noventa.