Fue presidente por 8 años, se marchó con un elevado índice de popularidad, estuvo preso por corrupción, anularon su condena y este domingo, a los 77 años, Luiz Inácio Lula da Silva confirmó su resurrección política.
Lula ganó este domingo por un estrecho margen las elecciones de Brasil, según el Tribunal Superior Electoral, y regresa al poder tras superar a Jair Bolsonaro en una pelea entre antagonistas ideológicos que dividió a la mayor democracia de América Latina.
Lula se impuso por el margen más estrecho en la historia de Brasil desde 1989, cuando se recuperó la democracia tras el fin de la dictadura.
Con él retorna la izquierda al poder en Brasil y se pone fin al gobierno más derechista en décadas.
«Han intentado enterrarme vivo y hoy estoy aquí para gobernar este país», dijo en el discurso de celebración Lula, que será investido presidente el 1 de enero de 2023.
Con más del 99% del escrutinio, Lula sumó el 50,84% de los votos por el 49,16% de Bolsonaro, el primer presidente que no logra la reelección desde que se aprobó la posibilidad de segundo mandato en 1997.
El Tribunal consideró ganador a Lula cuando la elección quedó «matemáticamente definida».
Pasadas las horas desde que se confirmó el triunfo de Lula, Bolsonaro seguía guardando silencio. Durante la campaña se puso en duda si aceptaría una derrota, pero algunos de sus aliados ya descartaron este domingo que el presidente no reconozca los resultados.
En la primera vuelta, a comienzos de mes, el actual presidente había obtenido una ventaja inicial durante el conteo que luego recuperó su rival, algo que se repitió este domingo.
Eso se debe a que los votos del noreste, bastión de Lula, se contabilizan más tarde.
El izquierdista Lula superó en más de dos millones de votos al derechista Bolsonaro y regresa así al poder que ocupó de 2003 a 2010 y después de pasar 19 meses en prisión por corrupción.
Fue liberado por el Supremo Tribunal Federal, que en 2021 anuló sus condenas por errores en los procesos y falta de imparcialidad del juez Sergio Moro.
Bolsonaro, exmilitar de 67 años, buscaba la reeleción presidencial apelando a los valores ultraconservadores de derecha, mientras que su rival, Lula, fue sindicalista y es uno de los grandes representantes de la izquierda de América Latina.
Lula superó las dudas que genera el pasado de corrupción que rodeó sus años de gobierno, los cuales, sin embargo, son recordados por muchos con nostalgia por las buenas cifras económicas y las políticas sociales que puso en marcha.
El resultado supone una derrota, aunque por estrecho margen, para el populismo de extrema derecha de Bolsonaro, que en 2018 forjó una novedosa coalición conservadora, pero que perdió apoyo luego de que Brasil tuvo una de las peores cifras de muertos de la pandemia de la covid-19.
Lula ha prometido volver al crecimiento económico impulsado por el Estado y a las políticas sociales que ayudaron a sacar a millones de personas de la pobreza cuando gobernó Brasil por ocho años.
Dejó un Brasil emergente que había descubierto grandes reservas de petróleo y fue elegido para albergar el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.