León, Gto.- Nació un 14 de julio tomándonos a todos por sorpresa. Principalmente a nosotros sus padres. Todavía nos recordamos con risas llenas de llanto, como ese 13 de julio hacíamos compras de emergencia una noche antes a la cirugía.
Pues Darío debía nacer a finales de agosto. Ingenuamente nosotros seguimos felices por su llegada. Nunca cuestionamos al ginecólogo, siempre nos dio confianza. Ustedes se imaginarán toda la serie eventos emocionales y situación por las que pasamos. Desde enterarnos que era prematuro hasta descubrir que necesita de incubadora por lo menos 30 días.
Noticias que nuestro espíritu y bolsillo no estaban listos para recibir. Estábamos tan felices, seguíamos felices pero, saber que necesitaría tantas atenciones especiales. Nos angustió de muchas formas. Pasó un día entero y casi a hasta la noche después de visitarlo dos veces en terapia intensiva, nos enteramos de lo grave de su estado.
Dormimos más por inercia que por cansancio, la clínica privada no parecía tener tanta prisa como nosotros para ver mejoras o lograr avances en Darío. Así que acompañados de cientos de ángeles logramos conseguir las conexiones correctas para trasladarlo a un hospital donde lo atendieran mejor.
Sin mencionar que nuestro presupuesto había caducado desde el primer día con tantas sorpresas. Por suerte, y de una forma que no tiene sentido, el hecho de no contar con ISSSTE, ni IMSS, ni nada más que nuestros propios ahorros y apoyos de amigos, fuimos acreedores a un sistema de salud más digno, con los mejores médicos y la tecnología más actualizada del momento en la región.
Al tercer día, y después de pagar el secuestro emocional que sufrimos en la Clínica privada, logramos trasladar a nuestro bebé firmando una carta de responsabilidad por el alto riesgo que corría. Hospital de Especiales Pediátrico León, (memoricen el nombre). Este hospital ubicado en la región del Bajío logró tener un espacio para atender a nuestro hijo. Cosa seguimos agradeciendo hasta el momento.
Ya que de ahora en adelante tenemos una relación muy estrecha con la institución. Una vez ingresado allí nos enteramos de que Darío tenía menos edad de la que sabíamos. Paso de ser un prematuro de 34 semanas a 31 semanas gestacionales, y 40 razones para morir. Entró a terapia intensiva en una incubadora que no solo nos dio esperanza, también nos dejó enseñanzas y aprendizajes únicos. Ver a nuestro hijo completarse de adentro hacía afuera sin la necesidad de cirugías, fue un verdadero milagro.
30 días en la unidad de cuidados intensivos neonatales, con una probabilidad de vida del 11%, hasta a la persona más templada se devasta, la hace llorar. Así nos sentimos durante un mes, rezando, orando y pidiendo a todo el mundo lo mismo para él.
El primer mes aprendimos el valor de una visita de 30 a 60 minutos. Aprendimos que tres visitas al día bien aprovechadas si hacen la diferencia. En esa incubadora y rodeado de ángeles con un título en medicina y una vocación inquebrantable. Hubo lugar para el tango; Ruth Haro como aparece en Facebook, enfermera que es parte del equipo de los pediatras, médicos y enfermeras, en su turno le ponía música. Cosa que aún seguimos agradeciendo. Imagínense, un bebé prematuro, pinchado y conectado por todos lados, aislado debido a una emergencia sanitaria, sin poder sentir a sus dos padres juntos, recibiendo sangre, plaquetas y medicina constantes constantemente.
El único vínculo abstracto que tenía del regalo a sus padres era El tango. Y gracias un ángel divergente fue posible. Pasado el mes y sin entrar en los detalles de cómo superó las 40 cosas para morir. Se le trasladó a terapia Intermedia.
Cosa que parecía buena señal, más vistas, más contacto con sus padres. Pero no, aún no estaba listo, fue devuelto a terapia intensiva, un tema de respiración, infecciones y más, no lo dejaban avanzar. Motivado por familiares decidimos bautizarlo como solo Dios nos dio entender, sin poder tener un padre para ello debido a la pandemia.
Uno no sabe lo importante que es que te den un nombre a través de Dios hasta que ves hecho el milagro. Darío paso a terapia intermedia de nuevo. Y su cama siempre era la número 1. 15 días después y a 42 días de su nacimiento, Darío ya regulaba su temperatura, ya su herida de 9mm en el corazón había cerrado casi por completo, ya tenía proceso digestivo digno.
Sólo seguía dependiendo del oxígeno. Pero ya estaba listo para pasar a una área que no menos importante que las anteriores, yo ayudaría a aprender a respirar por si solo y a nosotros todas las lecciones faltantes para ser mejores padres, o por lo menos, menos ingenuos.
La cama número 11 de lactantes fue el nuevo hogar temporal para Gallegos Zapien Darío, donde aprendimos a darle amor en jornadas de 12 horas, en las que solo nos veíamos Fabiola y yo para hacer relevo u contarnos cosas importantes. Después de casi 22 días. Y ya perdiendo la cuenta de los mismos, nuestros días eran contados en momentos.
De la noche a la mañana un cambio de dinámica con el oxígeno logro darnos la luz de salida. Un viernes 7 de julio a Darío se le cambió el oxígeno de puntas de alto flujo a unas más sencillas y respondió bien. Ya absorbía leche por sí mismo, ya tenía su proceso digestivo en sus ciclos normales, ya regulaba su temperatura, más no su temperamento.
Cuando lo conozcan sabrán de que hablamos. Fabiola (su madre) que estuvo con él en tantos momentos importantes y decisivos pese al cansancio y dolor físico. Desde subir a una ambulancia por sí misma con una herida en el vientre más fresca que nuestra lucidez. Pasó de la incertidumbre a la rabia en segundos.
Del estado automático al zombi sin notar la diferencia entre uno y otro. Sentirse exigida, hastiada, cansada, estresada pero sin perder la fe. Un día más cansados uno que el otro, o cansados de una forma distinta, ambos decidimos mandar a un suplente para tomar un respiro.
Ya que el trámite del alta de Darío estaba hecho, sus signos vitales controlados. Solo faltaba que el oxígeno estuviera en casa. Y ya estaba en casa. Decidimos ir a dormir, y justo antes de pegar pestaña. Un 11 de septiembre y cumpliendo 60 días de nacido y 9 meses de gestación. Nos llama nuestra amorosa suplente para darnos la gran noticia. «Ya viene la ambulancia en camino para llevarlo a casa». ¿Qué? Seguimos sin entenderlo, siempre dan de alta antes de las 6pm. Durante dos meses vimos pacientes irse dados de alta de esa forma. Nunca de esa hora. Entre las 12 de la noche del 10 de septiembre y 1 am del 11 de septiembre Darío por fin conoció su nuevo hogar. Vimos pacientes morir, sabíamos que el nuestro podía tener el mismo destino. Gracias al chamanismo, a el reaki a distancia y a toda la ayuda de amigos y familiares hoy Darío está en casa.
Y no tarda en dejar el oxígeno. Gracias a todos los donadores y donadoras de sangre y plaquetas. Gracias a los donadores de muebles, obras de arte, etc. A todas las dinámicas que hicieron y siguen haciendo para apoyarnos económicamente.
Gracias a todos los y las padrinos y madrinas. Al club de fans, a la comunidad tanguera de León, de Guanajuato, Bajío y todo el mundo. Toda su ayuda nos ha llegado a dar fuerza. Ahora estamos disfrutando de bebé en casa a la par que nos recuperamos del agotamiento acumulado. Seguimos en deuda con todos ustedes. Sobrados de amor y cariño. Pronto conocerán en persona a Darío.
Solo quiero adelantar que el es un niño mágico, misterioso y lleno de luz. Su magia estuvo presente dándonos guiños todo el tiempo. Guiños que, aunque no podamos interpretarlos por completo, nos seguirán dando gratas sorpresas. Amigos, familiares, médicos y ángeles anónimos; justos ganamos una de las primeras guerras, pero no la última batalla. Gracias, gracias, gracias!!! ¡¡¡Dios los siga bendiciendo mucho!!!
Atentamente Fabiola y Eduardo