COLUMNA: EL PUNTO
LOS RESTAURANTEROS EN AGONÍA
Son tiempos de pandemia y han sido golpes muy duros para la sociedad mexicana y mundial; desde las miles de muertes diarias hasta la terrible crisis económica que aqueja a los países. Los gremios al respecto hacen lo que pueden para sobrevivir. El sector servicios sin duda de los más afectados.
En León, hay un grupo que alza la voz y clama consideraciones apelando a la empatía de las autoridades municipales y estatales… Los restauranteros.
El problema dicen, es la incongruencia de las autoridades en las medidas y protocolos de sanidad que piden a unos y otros sectores con el semáforo rojo, ejemplo de ello: los restauranteros deben operar con un aforo del 30%, cerrar a más tardar 12 de la noche y dejar de vender alcohol a partir de las 8 de la noche, en caso contrario interviene la “nueva regulación” con su peso jurídico y económico a dicho sector.
Por su lado, las autoridades enuncian como problemática el incremento exponencial de los contagios, muertes y personas hospitalizadas, haciendo evidente la carente infraestructura de salud pública, cada vez más rebasada en sus capacidades de hacer frente a la contingencia sanitaria.
Sin embargo, las mismas autoridades permiten la circulación del transporte público abarrotado, donde el uso del cubrebocas y la sana distancia son historias de cuento de hadas; empresarios transportistas relajaron su operación, enviando menos unidades con mayor tiempo entre una y otra, generando con esto aglomeraciones en las paradas y en los camiones.
Las autoridades también permiten la instalación de los tianguis como la línea de fuego, nuevamente se nota la falta de supervisión en las medias de control sanitario, lugares sin la aplicación de los mínimos protocolos de sanidad, no digamos de la sana distancia, y si a eso le sumamos el descargue estrella, la central de abastos, y otros tianguis en las colonias, las iglesias, etc.
¿Dónde se dan la mayoría de los contagios?
Dudamos que suceda en los restaurantes, donde se tienen estrictas medidas de sanidad y que de manera permanente están siendo presionados con supervisiones de las autoridades municipales y estatales, aforos que pasaron de 50 comensales a un máximo de 15; en estos sitios donde sí se ofrecen los insumos mínimos: gel anti-bacterial, servicio sanitario, lector de temperatura y con ello un estricto control de acceso, donde vemos a los meseros con cubrebocas obligatorio durante toda la jornada de trabajo.
O los focos rojos de contagio son en las aglomeraciones del transporte público, en los tianguis y mercados, en las iglesias los domingos de misa.
Muchos de los restauranteros locales están sobreviviendo en agonía, los apoyos federales, estatales y municipales son inexistentes, los restauranteros continúan pagando impuestos y prestaciones a sus trabajadores, acatando reglas de las autoridades, pagando rentas que incuso en estos tiempos pandémicos han incrementado, servicios caros como luz y agua. Empresarios que subsisten para evitar dejar a más gente sin empleo, una iniciativa privada preocupada por el sustento de su gente y de sus patrimonios que en un alto porcentaje han tenido que bajar la cortina y rematar sus bienes para liquidar personal.
Sin embargo, todo tiene un límite, si bien es cierto hay otras ciudades con medidas más drásticas y controles más estrictos, no significa que aquí se está mejor. Urge la atención de un gobierno municipal y estatal que ha sido cerrado, apático a escuchar y buscar alternativas conjuntas, a ceder en su política de recaudación y buscar alguna solución para un gremio desesperado por la situación, un gremio del que dependen cientos de familias en León.
No se pueden cerrar más restaurantes, no se pueden perder más empleos, no se puede ser una autoridad apática e indiferente. Lo que se necesita es trabajar en estrategias conjuntas que ayude a los empresarios a tener una bocanada de esperanza en este gris escenario del que aún no sabemos cuándo termine.